18 de julio de 2011

Salida día 23 de Julio: Río Cebollón

Primeros pasos por el río

Mariposa

Río arriba

Río Cebollón

Blackstonia perfoliata - Centaurea amarilla

Lola y Victoria

Araña con su descendencia a cuestas

Cascada y poza en el Puente de la Monticana

Y es que son como niños

Poza en el Cebollón

De vuelta

Vincetoxicum nigrum - Vencetósigo

Grupo casi al completo en la presa

Sapo en las manos de Fran

Pistorinia hispanica

Vinos y algo más... ¿qué será?

10 de julio de 2011

Salida día 16 de Julio: Sª Nevada, del Bco. de S. Juan al Guarnón por El Robledal

El Robledal

Cortijo del Hornillo

Grupo a la hora del ángelus

Potentilla reuteri

Por la acequia, con el Cerro de los Machos y el Veleta al fondo

Jesús pasando a gatas un paso complicado

Sólo los niños no sienten el frío

Asperula...

Cópula de mariposas (Melanargia...)

Río Guarnón

Prunella...

Luces de tarde en el Bco. del Guarnón

De vuelta por la acequia

Araña tigre (Aculepeira...)

Un paso algo complicado

Otro paso con dificultad

Mariposilla (Thymelicus...)

Ricardo por la acequia

Mulhacén y Alcazaba desde El Hornillo

En fila india "pa" los coches

3 de julio de 2011

Salida día 9 de Julio: Río Guadalmina y sus angosturas

Participantes: Vito, Paula, Nico, Ricardo, Paco Ponferrada, Nori y Jesús. Jerónimo nos acompañó en el desayuno y en la segunda parte de la excursión.


Desayuno en Fuengirola, a las 8, en el lugar de costumbre. Nos gusta el bar pero en julio tenemos que buscar un sitio alternativo porque el pueblo está lleno de veraneantes y no se puede aparcar.

Dejamos los coches al lado del río, en el Charco de las Mozas, poza que se emplea como piscina. Es un llanito que deben estar preparando para aparcamiento y que ahora mismo tiene un repecho cortito y empinado, de tierra, que cuesta subir con los coches.

Fuimos el primer grupo del día que inició el descenso de las angosturas y las tuvimos para nosotros solos. Al principio parecía que el agua estaba fría pero pronto nos acostumbramos a ella y comenzamos a disfrutar de las pozas, de las estrecheces, de las rocas pulidas, de los saltos, de las chorreras que caen, de la vegetación que crece feraz por los paredones…en fin de todos los encantos que las angosturas ofrecen. Una verdadera delicia. Descendimos por la cuerda en la presa y terminamos el recorrido con unos cuantos saltos en la última poza a la que Jerónimo acudió después de su cita con la exposición de cactus.

Poco más abajo de donde termina la última poza, a la izquierda, sube un carril que cruza una hermosa acequia. Por ella remontamos hasta los coches. Es una acequia grande, bien conservada, con suelo de hormigón, sombreada por los arbustos que la circundan y por los tajos de la margen izquierda. Tiene hasta su pequeño acueducto para cruzar un barranco cuya agua viene a reforzar la que trae la acequia desde su nacimiento. Claramente este es el camino de vuelta, no la carretera que hemos utilizado otros años. Llega un momento que la acequia se encajona entre paredes rocosas a los dos lados y no queda más remedio que meterte al cauce. Justo donde comienza ese estrechamiento sale a la izquierda una empinada sendita, hecha por los bañistas, que baja al Charco de las Mozas donde habíamos dejado los coches. Por ella bajamos a los coches cuando ya la poza y las orillas del río estaban colonizadas por multitud de bañistas con sus hamacas y neveras dispuestos a echar el día. Bueno, bajamos algunos, porque Ricardo y Jerónimo que venían retrasados, cosa habitual, no vieron la bajada y continuaron la acequia hasta Dios sabe dónde. Cansados de esperarlos Paco y Jesús volvieron a la acequia a ver si les había pasado algo y cuando estaban más allá del acueducto les avisó Nori que habían llegado sanos y salvos. Parece mentira que dos avezados montañeros no vieran la bajada con el follón que armaba la gente en el Charco de las Mozas.

La segunda parte de la excursión era en el Guadalmina más arriba de Benahavís. Desde el pantanillo cogimos el carril de la margen derecha, con la fresca, a eso de la 1 y en muy poco rato la solanera nos quitó toda la frescura que traíamos de las angosturas. Caminamos unos 3 km y, hartos de sol y de la compañía de las chicharras, bajamos al río a una deliciosa poza en la que entramos casi sin quitarnos las mochilas. El agua estaba estupenda y después de nadar un poco nos tumbamos a reposar sacando del agua sólo la cabeza. Al poco la camarrana que se levanta del suelo de la poza había vuelto a él y comenzamos a disfrutar de las idas y venidas de los pececillos (¿serían bordallos de Málaga?. Tener a los pececillos a tu alrededor, acercándose, retirándose, jugueteando, llegando a probar tu piel con sus boquitas, es un disfrute muy bonito por lo poco habitual. ¡No se cansan nunca, qué actividad despliegan! Y allí estuvimos durante más de una hora invadiendo el hábitat de los pececillos, hasta que Jerónimo y Paco volvieron de su paseo exploratorio por el río y nos sentamos a comer.

Después de un rato de siesta y juegos en la poza iniciamos el regreso río abajo aprovechando las piedras de las orillas y esquivando el agua en lo posible para evitar caídas. En una llanura salimos del río hacia el carril y por él volvimos a los coches.

Día muy agradable y tranquilo en el que disfrutamos de las angosturas y de la poza de mediodía.

No apuntamos la distancia recorrida ni el desnivel salvado porque nos da vergüenza.


Saltando al Charco de los Tubos

De vuelta por la acequia

Baño en la poza a la sombra de una adelfa

Hidromasaje natural

Charca en el Río Guadalmina

Libélula

Eryngium

Vinos