24 de julio de 2011
18 de julio de 2011
Salida día 23 de Julio: Río Cebollón
Primeros pasos por el río
Mariposa
Río arriba
Río Cebollón
Blackstonia perfoliata - Centaurea amarilla
Lola y Victoria
Araña con su descendencia a cuestas
Cascada y poza en el Puente de la Monticana
Y es que son como niños
Poza en el Cebollón
De vuelta
Vincetoxicum nigrum - Vencetósigo
Grupo casi al completo en la presa
Sapo en las manos de Fran
Pistorinia hispanica
Vinos y algo más... ¿qué será?
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Sierra Almijara
10 de julio de 2011
Salida día 16 de Julio: Sª Nevada, del Bco. de S. Juan al Guarnón por El Robledal
El Robledal
Cortijo del Hornillo
Grupo a la hora del ángelus
Potentilla reuteri
Por la acequia, con el Cerro de los Machos y el Veleta al fondo
Jesús pasando a gatas un paso complicado
Sólo los niños no sienten el frío
Asperula...
Cópula de mariposas (Melanargia...)
Río Guarnón
Prunella...
Luces de tarde en el Bco. del Guarnón
De vuelta por la acequia
Araña tigre (Aculepeira...)
Un paso algo complicado
Otro paso con dificultad
Mariposilla (Thymelicus...)
Ricardo por la acequia
Mulhacén y Alcazaba desde El Hornillo
En fila india "pa" los coches
4 de julio de 2011
3 de julio de 2011
Salida día 9 de Julio: Río Guadalmina y sus angosturas
Participantes: Vito, Paula, Nico, Ricardo, Paco Ponferrada, Nori y Jesús. Jerónimo nos acompañó en el desayuno y en la segunda parte de la excursión.
Desayuno en Fuengirola, a las 8, en el lugar de costumbre. Nos gusta el bar pero en julio tenemos que buscar un sitio alternativo porque el pueblo está lleno de veraneantes y no se puede aparcar.
Dejamos los coches al lado del río, en el Charco de las Mozas, poza que se emplea como piscina. Es un llanito que deben estar preparando para aparcamiento y que ahora mismo tiene un repecho cortito y empinado, de tierra, que cuesta subir con los coches.
Fuimos el primer grupo del día que inició el descenso de las angosturas y las tuvimos para nosotros solos. Al principio parecía que el agua estaba fría pero pronto nos acostumbramos a ella y comenzamos a disfrutar de las pozas, de las estrecheces, de las rocas pulidas, de los saltos, de las chorreras que caen, de la vegetación que crece feraz por los paredones…en fin de todos los encantos que las angosturas ofrecen. Una verdadera delicia. Descendimos por la cuerda en la presa y terminamos el recorrido con unos cuantos saltos en la última poza a la que Jerónimo acudió después de su cita con la exposición de cactus.
Poco más abajo de donde termina la última poza, a la izquierda, sube un carril que cruza una hermosa acequia. Por ella remontamos hasta los coches. Es una acequia grande, bien conservada, con suelo de hormigón, sombreada por los arbustos que la circundan y por los tajos de la margen izquierda. Tiene hasta su pequeño acueducto para cruzar un barranco cuya agua viene a reforzar la que trae la acequia desde su nacimiento. Claramente este es el camino de vuelta, no la carretera que hemos utilizado otros años. Llega un momento que la acequia se encajona entre paredes rocosas a los dos lados y no queda más remedio que meterte al cauce. Justo donde comienza ese estrechamiento sale a la izquierda una empinada sendita, hecha por los bañistas, que baja al Charco de las Mozas donde habíamos dejado los coches. Por ella bajamos a los coches cuando ya la poza y las orillas del río estaban colonizadas por multitud de bañistas con sus hamacas y neveras dispuestos a echar el día. Bueno, bajamos algunos, porque Ricardo y Jerónimo que venían retrasados, cosa habitual, no vieron la bajada y continuaron la acequia hasta Dios sabe dónde. Cansados de esperarlos Paco y Jesús volvieron a la acequia a ver si les había pasado algo y cuando estaban más allá del acueducto les avisó Nori que habían llegado sanos y salvos. Parece mentira que dos avezados montañeros no vieran la bajada con el follón que armaba la gente en el Charco de las Mozas.
La segunda parte de la excursión era en el Guadalmina más arriba de Benahavís. Desde el pantanillo cogimos el carril de la margen derecha, con la fresca, a eso de la 1 y en muy poco rato la solanera nos quitó toda la frescura que traíamos de las angosturas. Caminamos unos 3 km y, hartos de sol y de la compañía de las chicharras, bajamos al río a una deliciosa poza en la que entramos casi sin quitarnos las mochilas. El agua estaba estupenda y después de nadar un poco nos tumbamos a reposar sacando del agua sólo la cabeza. Al poco la camarrana que se levanta del suelo de la poza había vuelto a él y comenzamos a disfrutar de las idas y venidas de los pececillos (¿serían bordallos de Málaga?. Tener a los pececillos a tu alrededor, acercándose, retirándose, jugueteando, llegando a probar tu piel con sus boquitas, es un disfrute muy bonito por lo poco habitual. ¡No se cansan nunca, qué actividad despliegan! Y allí estuvimos durante más de una hora invadiendo el hábitat de los pececillos, hasta que Jerónimo y Paco volvieron de su paseo exploratorio por el río y nos sentamos a comer.
Después de un rato de siesta y juegos en la poza iniciamos el regreso río abajo aprovechando las piedras de las orillas y esquivando el agua en lo posible para evitar caídas. En una llanura salimos del río hacia el carril y por él volvimos a los coches.
Día muy agradable y tranquilo en el que disfrutamos de las angosturas y de la poza de mediodía.
No apuntamos la distancia recorrida ni el desnivel salvado porque nos da vergüenza.
Saltando al Charco de los Tubos
De vuelta por la acequia
Baño en la poza a la sombra de una adelfa
Hidromasaje natural
Charca en el Río Guadalmina
Libélula
Eryngium
Vinos
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